viernes, 16 de julio de 2010

Adicto

Aquella noche salí rumbo a la Iglesia, dispuesto a dejar mi adicción. Quería cambiar, que mi vida tuviera sentido. Pero me di cuenta que no tenía otra manera de ser más que esa. Y sin pensarlo dos veces, hendí el cuchillo en el cuello de una dama noctámbula y bebí su sangre hasta el hartazgo.

No hay comentarios: